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Cuando lo políticamente correcto deja de ser ético

Estoy leyendo un artículo de Carmen Posadas y me gusta su atrevimiento al criticar el fenómeno generalizado de la corrección política. ¿Cómo gentes libres, cultas y adultas, bregadas y bragadas – dice Carmen – no se atreven a decir lo que piensan, hasta el punto de que cuando expresan su opinión lo que les sale es un sopicaldo de lugares comunes, un descafeinado de ideas tan imbéciles como muchas veces falsas?

Me alegra ver que hay más de una voz advirtiendo del abuso, o mejor dicho del mal uso,  de lo políticamente correcto. El filósofo italiano Marcello Pera asegura que el seguimiento de lo políticamente correcto es una autolimitación, una autocensura, una autoreeducación. Recuerdo que durante el franquismo muchos periodistas, escritores y artistas se lamentaban más que por la censura, por la autocensura que ellos mismos se imponían por temor.

Cita: HTTP://akifrases.com

Escucho un comentario radiofónico del filósofo Fernando Savater y me impresiona que todavía quedan personas que llaman al pan pan y al vino vino, sin desteñirse con politiquerías de estúpida corrección falseando la verdad.

Los caras duras en la cosa pública y en la privada se aprovechan de la cobardía ajena que se esconde tras lo políticamente correcto. Si alguien se atreve a ver mal ciertas actuaciones impropias, encontrará la oposición de un coro de estúpidos, defendiendo libertades de todo tipo para justificar formas impresentables en ciertos entornos. Chillan más, hacen más ruido, y como no guardan las formas, terminan lógicamente ganando a los que sí  las guardan. Y se va imponiendo la mala educación, el desprecio a las formas o incluso la burla a la ley como algo a lo que se tiene derecho. Hasta ahí normal, siempre ha habido mal educados o personas que desprecian las formas o infringen las leyes. Lo grave es que se impongan a sus contrarios.

La pasividad de lo políticamente correcto pasa por alto estas actuaciones y la chulería, la incompetencia arrogante o la ignorancia se imponen tomando el lugar de lo cabal y acertado. Lo constatamos a diario en las tertulias televisivas o incluso dentro de Parlamentos y Órganos de Gobierno.

Por eso mentes lúcidas e independientes como Carmen Posadas y Fernando Savater, poniendo estos puntos sobre sus ies, son siempre imprescindibles.

Dada la potencialidad de la imagen, este fenómeno se va extendiendo y generalizando cada vez más llegando, por supuesto, a la empresa tanto pública como privada. Todos conocemos ejemplos varios de actitudes impresentables en los entornos laborales, y comprobamos que hay reparos a reprender o reconducir actitudes por parte de los mandos hacia sus colaboradores, así como tolerancia excesiva entre los iguales o peers. ¿Es esto ético? En otras palabras: ¿Dejan de ser éticamente correctas ciertas actitudes políticamente correctas?

Para no extenderme más, te sugiero reflexiones sobre algún caso que hayas vivido a este respecto y quieras compartir vía comentario abajo. Por mi parte, yo os comentaré alguno en el siguiente artículo.

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