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Derecho a la desconexión

Hacía tiempo que no me reunía con el Team. Las pasadas Navidades hablé con Plácido para felicitarle por teléfono, como debe ser, no por WhatsApp, que eso es vulgar.

Me invitó, como de costumbre, a unirme al Team en el bar de la Escuela en su primera reunión del 2017. Pero esta ha llegado a producirse hasta pasada Semana Santa.

– BRAV, bueno, bueno. Qué bien te veo Plácido. Tienes un aspecto estupendo y además estas más delgado que la última vez que te vi en noviembre. ¿Cómo lo hiciste? – Mi secreto es sencillo y eficaz. Como de todo, pero muy pequeñas cantidades.

– ¿Qué sabes de los chicos del Team? – Le pregunto al no ver allí a ninguno de ellos.

-Nada de nada. No hemos tenido ninguna reunión desde que estuvimos contigo aquí en noviembre. Pero hoy todos prometieron venir, como hacíamos antes.

Nada más llegar Peter, aparecen Olivia y Antonio, que trabajan cerca y vienen juntos discutiendo entre ellos como solían hacer el año pasado.

Tras los saludos y comentarios de rigor, un cometario de Olivia dispara el primer debate.

– Pues os tengo que decir que Antonio sigue de killer por la vida. Me ha traído todo el camino dándome la paliza con la nueva ley francesa de desconexión en el trabajo.

– Pero, ¿en qué cabeza cabe legislar cosas como esta? – Interrumpe Antonio para coger el mando.

– ¿En qué consiste realmente esa ley? – Pregunta Peter que no estaba enterado del asunto.

– Resumiendo, – contesta Antonio – que nadie puede llamarte no pasarte emails fuera del horario laboral.

– Ah, pues a mí me parece bien, porque yo mis horas de asueto las quiero para estar con mi pareja y mi niña, y que no me den la lata con trabajo.

– ¡Fenomenal Olivia!, tú como aquel director británico del chiste.

– Es que cuando me llaman con cosas del trabajo no paro de pensar en ello y hasta me quita el sueño.

– ¿Qué chiste es ese del director británico? – pregunta Peter

– Muy viejo. Es sábado. El Director General está en casa tomando su té de las 5, y aparece una sirviente alarmada: “¡Señor, señor, que llaman por teléfono diciendo que se ha provocado un incendio y la fábrica está envuelta en llamas!” Y el director responde “Vaya hombre, qué disgusto voy a tener el lunes”.

– Ja, ja y ja. Muy irónico, Antonio – Se enfada Olivia – Quieres decirme que hay cosas urgentes, ¿no? En esos casos se comprende que te llamen.

– ¡Derecho a la desconexión, derecho a la desconexión! Mira Olivia, lo que pasa es que nuestra sociedad desarrollada se está poniéndose en grave peligro por exigir tantos derechos en vez de esforzarse en asumir plenamente los deberes. Y te digo más, todos estos conceptos van a provocar un serio daño a nuestros hijos. No me cabe duda que sus jefes serán chinos o indios, que no hacen ascos a trabajar duro.

– Pues no se si sabrás que el Gobierno ya está estudiando una ley al respecto en España. – Responde Olivia.

– ¿Tú qué opinas de esto, Peter? – interviene Plácido para enfriar la discusión de Olivia y Antonio.

– A mí eso me da igual, no lo veo tan importante.

– Es que en la pequeña empresa esto no tiene tanta influencia. Esta ley, conocida como ley El Khomri, obliga a las empresas de más de 50 empleados y es efectiva desde enero de este año y fue impulsada por la ministra de trabajo Myriaim El Khomri. Realmente es un tema polémico y con distintos enfoques. Es verdad que algunos directivos utilizan la comunicación digital, vía voz, email, y últimamente Whatsapp, fuera de los horarios de trabajo e incluso durante las vacaciones, sin embargo, en mi opinión ese no es el problema. El problema es el abuso, porque una sobreactuación en la comunicación se convierte en presión. Ha existo un gran enfrentamiento con esta ley no solo entre el gobierno y la izquierda francesa, sino también entre los sindicatos que apoyaban la medida (GFDT) y los sindicatos que la criticaban (CGT y FO), pues la polémica en Francia no era por la desconexión fuera de las horas de trabajo sino porque la ley en su totalidad introduce más flexibilidad laboral y cambia la negociación colectiva dando más poder a la negociación por empresas,  como ya ocurrió en España. Cómo lo ves tú, Rafa – Me pregunta a bocajarro Plácido intentando meterme en la polémica.

– BRAV, yo pienso que no llegará ninguna sangre a ningún rio, porque esta ley no define sanciones para las empresas que no sigan la normativa.  La ley establece que se deberá llegar a un acuerdo con los trabajadores de la empresa, y si ello no fuera así la dirección deberá publicar un documento que establezca cómo deben actuar sus empleados fuera del horario laboral a este respecto. Estamos ante otro intento más de responsabilidad social corporativa que al final queda en papel mojado. – Mientras hablaba venían a mi mente experiencias personales de años atrás cuando no se prestaba tanta atención a este tipo de derechos. Yo he vivido pegado al teléfono móvil desde que se instalaron en los coches aquellos primeros “cachivaches” analógicos con muy limitada cobertura hasta estos últimos años cuando mi responsabilidad se extendía a áreas de zona horaria opuesta como América, o áreas con domingos laborables como Oriente Próximo. Mi móvil, salvo desconexiones lógicas, siempre ha estado activo, y no recuerdo haber rechazado llamadas fuera de horario o en fin de semana. Terminé mi exposión puntualizando – No hay que ser tan estricto. Coincido con Plácido en que el problema es el abuso y esta normativa francesa va bien como toque de atención a los directivos killer que se pasan y someten a sus colaboradores a una exigencia excesiva fuera del horario laboral. – Pretendía mediar y no tomar postura extrema de un lado u otro. Quise terminar chinchando un poco a Antonio, y mirando a sus ojos continué diciendo –  Aunque Antonio no es partidario de la medida, no pienso que ese sea tu caso…

Antonio advirtió que no estaba sumando partidarios a su causa y astutamente desvió la conversación. Pero esa es otra historia que os contaré en breve.

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